martes, 11 de mayo de 2010

Desde la nada...



Hace un momento me di cuenta de que habrá una pequeña ‘fiesta’ el jueves, en el rotario, una de esas reuniones tipo bienvenida o despedida que tanto me gustan. Cerveza a diez pesitos y la entrada igual, y la verdad estos días eh tenido unas ganas muy intensas de tomarme una cervecita, no sé si a causa del calor, o el estrés por comenzar cosas nuevas y mirar cómo poco a poco todo tiene que tomarse más enserio. Dejar de faltar a ciertas clases, llegar temprano a ciertos lugares, dejar de hacerle caras a cierta gente molesta y crecer.
Me fastidié mucho al enterarme y saber tristemente que no podré ir y sentir ese adormecimiento del que habla Ivonne en su más reciente publicación; esa sensación floja, colgante, que me hace decir chistes, reír hasta llorar y amar con toda la intensidad que pueda sentir en ese instante.
Me enoja muchísimo andar tan lejos, tan presionada con los tiempos, con el mugroso camión que no vale los ocho pesos diarios que les doy por que me trasladen del todavía ‘más allá’ del pueblito a tecnológico y todavía tener que caminar más o agarrar otro camión en iguales condiciones, en un asiento en el cual si tuviera un poco más de peso, seguramente se desbarata, y ni qué decir de la molesta musiquita a todo volumen que han de pensar que nos gusta mucho a todos los pasajeros. Confieso que comienzo a despreciar el programa de Jackson gruperísimo, su risa que a mi no me da gracia y los chistes matinales en la radio. Será que simplemente no es mi estilo. Tal vez si me estoy haciendo vieja.
Nunca creí extrañar tanto aquella vieja y sucia casa, de donde tantas veces quise salir corriendo y dejar atrás. Hoy la necesito, para salir a caminar, ir a la deportiva y correr un poco, extraño el aroma a pan el día entero, mis amigas a quienes veía casi a diario, las reuniones en las casas para ver películas, comer helados de mantecado y roles de canela de la tiendita que esta por casa de Jaz. Extraño mi movilidad, y poder salir a tomar una cerveza feliz y libremente y llegar a mi casa a una hora normal y aceptable sin tener que esperar a que vayan por mi, además de las salidas expresos a lugares donde según dicen todo se puede…como Guanajuato, aunque irónicamente ahora estoy a sólo quince minutos y no puedo hacer todo lo que quiera.
Me enferma el silencio caluroso de esta colonia nueva, la soledad en las calles y sobre todo el ladrar psicótico de mis perros, quienes al no ver personas o escuchar el ruido de los autos o carreolas,se exaltan ante el más mínimo movimiento o sonido que se presta en esta callesucha.
Y no es que pretenda poner límites a los anhelos de mis padres, pero todo aquello que tenía se desequilibro. Ojalá regresara pronto, ahora que mi mundito interno comienza a estabilizarse.
Hace unas horas murió el cotorro azul de mi padre. No sabía que le había puesto nombre. Hasta hoy nos lo dijo. Traía los lentes oscuros, como de funeral y el humor apagado, no se reía de mis boberías ni quiso comer tanto, sólo se lamentaba por el pequeño ‘Honorio’ que llevaba ya poco más de tres años con nosotros. –Se supone que si volvíamos a la otra casa, regresaríamos todos juntos – Dijo mi padre y siguió conduciendo. Mi padre no fue el único que sufrió la pérdida, pues Honorio ha dejado viuda a una cotorrita verde, de la cual su nombre es para mi otra incognita que seguro dejará de serlo el día en que también esté en su lecho mortuorio y mi padre nos lo diga.
Antes de irse al trabajo, el cotorrito aún estaba vivo. Llame a mi madre y le conté primero, prefiero que ella se lo diga, es algo que de verdad lo pondrá triste.
No sé por qué pero me dieron ganas de escuchar black bird de los Beatles y regresar a mi calle…aunque no sea bonita, y aunque la gente no sea tan amable.

2 comentarios:

  1. Ssss, me transmiten un buen de nostalgia tus pensamientos. Se nota con claridad la epoca de cambio que estas viviendo. Yo tambien pasé por eso, cuando nos mudamos del chacal DF al dominguero Querétaro. Pero qué se puede hacer, se me viene a la cabeza aquella frase de "nadie sabe lo que tiene etcétera".

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  2. Pues dicen que todo cambio trae algo nuevo no?
    yo aun estoy comprobando esa teoria...
    me pregunto que pasaría si pudieramos mantener para siempre todas esas cosas que añoramos? las valoraríamos de la misma manera?

    entre tanto, trata de acostumbrarte a tu nueva casa, busca algo bueno, y aunque sea una sola cosa, agarrate de ello. (los elotes en el pueblito son muy buenos ;))

    las cosas cambian sí, pero como todo, llega un momento en el que ya no son nuevas y se comen a las cosas que en un principio tanto parecían hacernos falta

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