lunes, 25 de julio de 2011

25


Ya las horas se han vuelto en contra mía
Los días descabezados yerran
Este insípido aire atiborrado,
Rondando el lecho blanco
Zumbando en los oídos.

Los veo engullendo lo que pueden
Tomando mi ropa y recortando libros
Buscando entre líneas poéticas y canciones dolorosas
Un algo que no me explico.

A veces les tengo mirando muy de cerca
A ese fenecido despojo que ha quedado,
Esa muestra aún cálida de besos y abrazos
Parece que le cantan lisonjeros.

Pero no despierta y los días lamentan y me buscan,
Entonces golpean mis tobillos con vehemencia,
Mordisqueando mis uñas, olisqueando mi cabello
No les quiero cerca, les temo,
Les desprecio por no haber sido parte de mi sueño
Por su debilidad, por la flacura en sus cimientos.

Anoche de mi ventana entro y salió un algo parecido a un gato
O a mi madre;
conversamos y saltó por los techos sorteando los tabiques rojos
Y miró el amanecer industrial que alguien dijo es muy bello.

Yo espero se hayan ido ya los días gritones
Me pone nerviosa tanto parloteo y sus imágenes
Intactas
y el ruido que le hacen a mi padre
Merodeando la sombra que ha dejado en la cocina
Esperando controlar sus pasos desde aquí.

Tanto les ha gustado este sitio empolvado
Que han convertido las esquinas de los cuartos
En nichos para aves, pesebres para creerse niños dioses,
Cobijándose con la humedad resquebrajada de los techos.

Ojalá se vayan y lleguen días nuevos, frescos,
Naturales, con aroma a manzanos y naranjas
De oropel en las mangas,
Con caballeros de armaduras magras
Y algo de firmeza para mí.

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